Toyo Ito ropone una especie de "casa del futuro" que es una "galería de video exterior".
Se trata de una estructura de una geometría ovalada que contrasta con los volúmenes paralelepípedos de ángulos rectos de su entorno. Esta cápsula se halla fija a la pared, suspendida del suelo mediante patas metálicas, y da la impresión de estar flotando en el aire, especialmente desde un pequeño espacio público.
Este huevo de unos 16 metros de altura máxima y 8 metros de anchura máxima está revestido con planchas de aluminio y flota frente a dos altos edificios residenciales. Aunque cuando es de día el huevo es simplemente un objeto que refleja la luz del sol, de noche exhibe video-imágenes, tanto grabadas como emitidas por televisión, sobre las pantallas interiores y sobre la superficie de planchas de aluminio parcialmente perforadas, cuando se encienden cinco unidades de proyectores de cristal líquido. El huevo, que brilla plateado de día, adquiere de noche una vaga existencia tridimensional sin sensación de realidad.
En un principio estaba pensado como una vivienda futurista, pero como costó mucho dinero crear el caparazón, acabó siendo simplemente el huevo. El Huevo de los Vientos "es el objeto de las imágenes que llegan con el viento y se van con el viento". Lo que originalmente se pretendía que se viera a través del aire era un nuevo estilo de vida en una ciudad simulada. Para Toyo Ito el viento y su significado son muy importantes, no sólo porque su arquitectura, especialmente estos elementos de mobiliario urbano escultórico, se caracteriza por su ligereza y transparencia, sino porque interactúa con el entorno y con el usuario, haciéndole notar la relevancia de la energía que lo rodea.